viernes, agosto 08, 2008

Guilty Pleasures!

Girls of the Playboy Mansion por E! Entertaiment Television


Comprendamos y aceptemos que somos grandes consumidores de los medios de comunicación, especialmente de la televisión. La televisión tiene un lugar especial en nuestros hogares. Hace algunos años se decía que reunía a las familias mexicanas y en la actualidad parece que solo se encarga de dividirlas.

Hay quienes sólo tienen una televisión, pero hay quienes las tienen instaladas hasta en el baño. Sino, pregunten a la cantante estadounidense Mariah Carey, cuando mostró su casa de Nueva York para el programa Cribs del canal de música y videos Mtv.

La caja idiotizadora como en su tiempo lo comentó el maestro Carlos Monsivais, llegó para quedarse y parece que siempre atenta contra la inteligencia e integridad de las personas, como si en realidad nos sintiéramos tan obligados a tenerla encendida todo el tiempo. Ok, no entiendo.

Hay quienes tienen una relación muy cercana con su televisión, como la de una pareja. Dicen que para no sentirse solos, la encienden y no precisamente para verla, sino para hacer oídos sordos a los ecos de la propia realidad. ¡Como nos gusta hacernos tontos!

Pero cuando parece que ya se ha visto todo, entonces entramos en una situación crucial y de rápida decisión y es darle el sí a eso que nos guiñe el ojo de una manera coqueta y sucumbir a eso... a lo que llamamos el placer que nos ofrece culpa, pero del cual no podemos ni siquiera alejarnos, lo que nos da una bofetada elegante y sonora e irónicamente en muchas ocasiones ni siquiera nos damos cuenta.

Todos tenemos un placer que siempre nos hace sentir culpables. Todos criticamos en público algo, y lo que criticamos, en la intimidad de una habitación y haciendo uso casi enfermizo de un control remoto, se convierte en nuestro guilty pleasure. Ese programa, ese show, es el que te da tu nuevo horario.

Está bien, ya me cansé y deseo de una vez por todas, dejar de ser pretensioso. Quiero aceptar mi naturaleza, quiero dejar de mantener una actitud esnob que me carcome, quiero ser yo... ¡y es que cómo cuesta mantener la pose! Llega el momento entonces de la verdad, de prender la televisión, pedirle permiso al control remoto, encomendarse a todos los santos sordos, aprieto sólo un poco mi cilicio y no queda otra cosa que darse la oportunidad, aunque sea momentaneamente de ser uno mismo.

Tengo que confesarlo. A veces cuando llego a casa prendo mi televisión. Casi siempre está instalada en el canal Discovery Channel (obedeciendo al genuino deseo de estar informado). De repente llega el momento en el que parece que los dedos me traicionan, mi lado obscuro aflora, tomo el control y volteando a ver la almohada y haciendo como que la virgen me habla, arrojo el libro de Nietzsche a un lado y le pongo en E!, si en Entertaiment Televisión. Está bien, llega la dosis de lo superficial y doy rienda suelta. Alejandro Sanz dice... cuando nadie me ve, quiero ser o no ser. Pues si, de esa manera pago mi propio precio.

¿Cuál es ese placer que te hace sentir culpable?

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